Mariló y Daniel son familia de acogida: «El niño iba a venir para 15 días y ya lleva 6 años con nosotros»
- Asociación Mejor en Familia
- 10 nov 2024
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En 2015, Mariló y su esposo Daniel decidieron adentrarse en la “locura” de convertirse en una familia de acogida. A pesar de que ya eran padres de dos hijos biológicos, Dani y Jaime, esta decisión llegó en un momento complicado. Mariló cuenta que su primera exposición al concepto de acogimiento familiar ocurrió en el hospital, mientras estaban con su hijo mayor, y compartieron habitación con un niño en acogida. Mariló observó que este niño pasaba mucho tiempo solo, ya que su familia de acogida no podía acompañarlo siempre. Tras esta experiencia, su hijo Dani sugirió la posibilidad de acoger. Aunque la situación de Dani no tuvo un final feliz, Mariló y su esposo retomaron la idea y, tras algún tiempo, decidieron seguir adelante y abrir su hogar a un niño en acogida.
Desde entonces, han acogido a cuatro menores. Los primeros en llegar fueron J. y C., y actualmente tienen a D. y A. J. llegó a los 12 años y luego regresó con su familia biológica, mientras que C., quien llegó de bebé, fue adoptado. D. fue recibido inicialmente por solo dos semanas, pero se quedó de forma permanente, y ahora, a sus 8 años, sigue con ellos. La pequeña A. llegó con solo tres meses y ha estado con la familia por más de un año.
Mariló explica que existen distintos tipos de acogimiento, como el temporal, permanente, especializado y de urgencia. Su familia colabora a través de Cruz Roja, organización que los orienta en el proceso de certificación, para asegurar que cumplen con las condiciones necesarias. Un requisito esencial es que todos los miembros de la familia deben estar de acuerdo. Mariló afirma que, tras haber tenido hijos biológicos, el amor no se divide sino que se multiplica con los niños en acogida. Ella expresa que la entrega y el cariño hacia los niños acogidos son los mismos que se siente por los hijos biológicos.
Los niños que acogen buscan, más que juguetes, sentirse protegidos y amados, compartiendo la rutina familiar. Mariló resalta la importancia de ofrecer a estos niños una experiencia de hogar, con el cariño y la estabilidad que puede brindar una familia. En casa, siguen las mismas reglas y rutinas con los niños en acogida, asegurándose de que todos reciban el mismo trato y atención.
Las familias de acogida, explica Mariló, cumplen una función clave que los centros de menores no pueden ofrecer completamente. Ella afirma que la vida en un hogar familiar permite a los niños crear lazos y contar con una red de apoyo. Recuerda, por ejemplo, que J. temía regresar al centro, lo que reflejaba su necesidad de un entorno familiar.
Cada niño tiene una personalidad distinta. D., por ejemplo, es tranquilo, mientras que A. es vivaz y sociable, tanto en casa como en la guardería. Mariló también destaca la buena relación de A. con Jaime, el hermano mayor de la familia, quien, aunque exigente, la cuida mucho.
Sobre el origen de los niños, Mariló y su esposo prefieren hablar de ello con naturalidad. Por ejemplo, enseñan a A. fotos de su padre biológico y son transparentes sobre sus orígenes. D., por su parte, sabe que su madre biológica falleció, y la familia ha construido para él un árbol genealógico que combina sus vínculos de sangre con los familiares adoptivos. Para Mariló, es importante que los niños comprendan su historia de manera gradual y honesta, evitando sorpresas en el futuro.
Despedirse de los niños no es fácil, pero es una realidad que deben afrontar. Mariló explica que uno se compromete a ayudar al niño mientras lo necesite y que, cuando se van con su familia biológica o a adopción, debe entenderse como un paso positivo hacia su bienestar. Cree que, si es posible, los menores deben regresar con sus familias de origen.
Las familias de acogida reciben una ayuda económica por cada niño, algo que sorprendió a Mariló cuando lo descubrió, ya que no era su motivación. Asegura que el importe es insuficiente para cubrir las necesidades del niño, como pañales y ropa, pero añade que el objetivo de la acogida no puede ser económico.
Además de ser madre de acogida, Mariló es concejala de Servicios Sociales y voluntaria en Acougo. Explica que el Día Mundial de la Infancia, el 20 de noviembre, propone una actividad simbólica en los colegios: asistir en pijama para representar el “momento pijama”, ese rato familiar de cariño antes de dormir. Para Mariló, una infancia feliz es lo más importante, y por eso las familias de acogida cumplen un rol esencial en el desarrollo de estos menores, brindándoles un entorno seguro y amoroso.

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